Al llegar, me sorprendió el frontis del lugar. Desde ahí supe que algo muy bueno me esperaba dentro y no me equivoqué.
Además de la muy amable bienvenida, me fascinó la doble cortesía en mesa: chips con tartar de atún, súper frescos y agradables, y unas tajadas de pan crocante para untar con mantequilla.
Para la entrada tenía en mente algo ligero, por eso elegí unas conchas al fuego.
Estas delicias llegaron bañadas en una salsa con mantequilla asiática, limón y ajo crocante. ¿Me gustó? ¡Quería más!
Seguí con un plato que llamó mi atención desde que abrí la carta, el salmón a la brasa. Este manjar llegó acompañado de una ensalada verde de pallares que en combinación al salmón hacían de cada bocado una experiencia gloriosa.
No podía irme de este lugar sin probar un plato del que ya me habían hablado: la pasta negra con mariscos en salsa a lo macho. Un plato donde los sabores y las diversas texturas envueltas en un aroma exquisito, te harán sentir amor en cada bocado.
Para tomar, elegí entre sus jugos naturales el de maracuyá, una de mis bebidas favoritas de siempre. Este jugo estuvo rico, pero tenía un ligero exceso de dulce para mi gusto.
Para terminar esta visita elegí como postre churros de picarón con miel de chancaca y helado de vainilla. Algo que siempre combina bien es la mezcla de temperaturas, y este postre lo tenía.
Además de ser un restaurante auténtico, Aromar es un lugar que combina el placer de la buena comida con una gran selección de música de fondo. Sin lugar a dudas, repetiré esta experiencia.
