Troppo, un pedacito de Italia en San Isidro.

 

Disfruto mucho la comida italiana, por lo que apenas tuve la oportunidad, no podía dejar de conocer Troppo. Un restaurante en el centro del distrito de San Isidro que varios amigos del trabajo me recomendaron.

Al entrar, el ambiente se siente cálido, al fondo una terraza en “L” y una linda decoración moderna en colores tierra, con enredaderas muy al estilo italiano. 

Tal y como mis amigos  recomendaron, empezamos con el antipasto: Schiacciata antipasto y Panne della casa. La Schiacciata, una especie de focaccia que significa literalmente “aplastado”, son panes delgados y crocantes, ligeramente quemaditos con aceitunas marinadas, verduras encurtidas (super crocantes) y varios gramos de muy buen prosciutto; un piqueo bueno para compartir.

Sin embargo, mi favorito fue el pan de la casa, espectacular. Cuatro rodajas calientitas de pan de masa madre con aceite de oliva extra virgen, balsámico y ricotta. Simple, pero con sabores redondos, llenos de cremosidad, la forma perfecta de empezar la comida.

No tardó en llegar el Vitello Tonnato, rodajas de roastbeef de grosor perfecto, cocción en término medio y textura muy suave, acompañadas de una crema de atún ligerita. A pesar que me hubiese gustado que la crema fuese un poco más intensa, tenía el sabor que esperaba. Mi consejo, guarda un poco del pan de la casa para no desperdiciar la cremosa salsita que pueda quedar en el plato.

Después llegó la Pizza Margherita, tengo que admitir que se convirtió en una de mis favoritas. Masa delgada con bordes totalmente crujientes y dorados, una salsa de tomate con toques dulces y ligera, albahaca fresquita y en muy buena cantidad, el queso cremoso y en la proporción perfecta para poder disfrutar y sentir cada uno de los sabores. No exagero al decir que fue una de las mejores pizzas que he probado en Lima.

Los dos platos que siguieron fueron pastas. Trofie al pesto di Pistacchi, masa fresca hecha en casa con una cremosa salsa pesto llena de sabor a frutos secos; pasta al dente, mucho parmesano y un sabor contundente. Y los Agnolotti del Plin al burro y Salvia, pasta  rellena de bondiola, asado de tira y ternera bañada en mantequilla, salvia y un polvo de hongos que te transporta directo a tus mejores recuerdos. Cada bocado lleno de sabor.

Todos los platos que probé de la carta tienen una presentación envidiable. Lamentablemente ya no había espacio en el estómago para el postre, pero sí para un buen café italiano, el sabor perfecto para terminar la experiencia.  

El restaurante tiene meseros totalmente capacitados, una anfitriona muy amable, personas encargadas de ofrecer y explicarte el maridaje con la amplia variedad de vinos italianos que tienen y un barman que hace muy bien su trabajo. El servicio es de lujo.

Calificación

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Presentación del plato
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Relación precio/calidad
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Protocolo de bioseguridad
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Ambiente del lugar
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Estacionamiento
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Terraza
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Recomendación

Tengan la experiencia completa: pan de la casa, antipasto, fondo, postre y vinos. Al final te das cuenta por qué Italia tiene una cultura gastronómica tan conocida. Y si van en auto, no se preocupen, tienen convenio con un estacionamiento al frente.
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